22 mayo, 2013

Nuestra primera todo grano

Bueno, tras preparar dos kits de cerveza, en la que nos empapamos bien del proceso final de la elaboración de cerveza en casa: el fermentado y el embotellado, decidimos que era el momento de dar el salto y hacer cerveza de verdad.
Aprovechando las pasadas navidades, Melania me regaló un curso en 2D2DSPUMA, a cargo de la gente de Arts Cervesers. La verdad es que, aunque leas y releas, hacer un cursillo aclara muchas dudas y hace que le pierdas el miedo; por lo que yo creo que es una gran idea.

Tras un lluvioso y divertido día de cursillo, compramos el resto del equipo que necesitábamos para empezar y nos tiramos al ruedo como los cobardes: con una pale ale clásica que no diera muchos problemillas.

Para gestionar el tema de las recetas, encontré en internet Brewmate, un programa gratuito de creación y gestión de recetas cerveceras. La verdad es que es muy sencillo de manejar y ayuda bastante a simplificar el proceso, ya que te calcula varios parámetros y permite anotar todo lo que quieras de tu receta.

El kit ya contenía todo el material necesario, la malta molida, el lúpulo y la levadura, así como unas instrucciones donde puedes consultar los tiempos de cocción y los tiempo en los que tienes que echar el lúpulo.

Así que nos pusimos manos a la obra con el macerado (el grano estaba ya previamente molido), utilizando para ello una fantástica neverica playera de las azules de toda la vida, a la que le han adosado un grifito y un par de filtros.



Para ello hay que calentar agua a unos 75º en una olla. Es básico disponer de dos ollas grandes, ya que en una iremos calentando agua mientras que en la otra sacaremos el mosto y lo coceremos.

Llenamos la neverita hasta la mitad más o menos y vamos echando el grano, poquito a poquito y removiendo para que no se hagan grumos. No es imprescindible, pero ayuda mucho ser dos en el proceso.  Para nuestra cerveza utilizamos:

5 kg de Malta Pale, que es la malta base de muchas cervezas
0.5 kg de Malta Crystal
0.5 kg de copos de avena

Una vez la nevera está con todo ese mejunge, tiene que quedar todo el grano cubierto de agua. Ahora toca cerrar el chisme y dejarlo macerar durante 90 minutos, mientras tú sigues calentando agua y aprovechas para beberte la primera cerveza de la mañana.



Es el momento de ver si el proceso químico que se tenía que haber realizado se ha completado. Para ello hay que hacer la prueba del yodo, que consiste en sacar un poquito de mosto y echarle unas gotitas de yodo. 

- Si se queda negro con grumitos es que aún falta maceración (queda almidón)
- Si no pasa nada de nada, es que todo está correcto.

Echamos el yodo, que llevaba como tres años caducado, y no pasa nada de nada. Claro que no tenemos la certeza de que sea por el tiempo que lleva criando moho, o porque verdaderamente el proceso está listo.

Así que nada, pasamos al siguiente paso que es el recirculado del mosto, que consiste en recoger el primer mosto que sale del grifo y echarlo por arriba, para que pase por todo el grano molido que tenemos y así haga de filtro natural para clarificarlo.



El punto y final es el lavado, que consiste en echar agua de la que teníamos caliente hasta conseguir o bien el volumen deseado de cerveza, o bien la densidad -10 puntos a la que queremos iniciar el proceso de fermentación. Nosotros lo hacemos por volumen, para llegar a la cantidad de cerveza que queríamos hacer.



Ahora pasamos al hervido, que dura entre 60 y 90 minutos, dependiendo de la receta. En nuestro caso serán 90 y aprovecharemos, a intervalos, para añadir el lúpulo en varias partes, para obtener diversos matices:



Primera toma, al inicio, de 40 gr. de Fuggles que nos aportará el amargor de la cerveza.
Seguna toma, de 25 gr del mismo lúpulo, a los 60 min de cocción. Ésta es para el sabor.
Diez minutos antes de acabar, metemos el serpentín de enfriamiento dentro de la olla, para que se desinfecte.
Y finalmente, tras acabar la cocción, echamos 35 gr más para el aroma, mientras dejamos reposar 10 minutos la olla.



Si queremos, podemos echar en el min. 75 Irish Moss, que tiene la virtud de clarificar la cerveza.

Tras conectar el serpentín a la ducha (o donde puedas), enfriamos el mosto lo más rápidamente posible, para evitar problemas de contaminación.

A partir de aquí, y para no hacer tan largo el post, se procede como ya explicamos en nuestra primera cerveza en kit, con las fases de fermentación (atentos a la desinfección de todo lo que vamos a necesitar), el embotellamiento, y el acondicionado.


Y esto es todo amigos! La verdad que el proceso es ameno (si lo haces con colegas, mejor que mejor) y permite ir compaginando cervecita con darle al manubrio de la olla, con lo que el buen rato está más que asegurado.

Y, para colofón, el resultado final es bueno, lo que nos hace llorar de júbilo mientras nos bebemos nuestro querido bálsamo de Fierabrás! 

“No tengas pena amigo, que yo haré agora el bálsamo precioso con que sanaremos en un abrir y cerrar de ojos”.

“Es un bálsamo - respondió don Quijote- de quien tengo la receta en la memoria, con el cual no hay que tener temor a la muerte, ni hay pensar morir de ferida alguna. Y ansí, cuando yo le haga y te le dé, no tienes más que hacer sino que, cuando vieres que en alguna batalla me han partido por medio del cuerpo (como muchas veces suele acontecer), bonitamente la parte del cuerpo que hubiere caído en el suelo, y con mucha sotileza, antes que la sangre se yele, la pondrás sobre la otra mitad que quedare en la silla, advirtiendo de encajallo igualmente y al justo. Luego me darás a beber solos dos tragos del bálsamo que he dicho, y verásme quedar más sano que una manzana”.
El Ingenioso hidalgo Don Quixote - Miguel de Cervantes

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