01 febrero, 2012

Westmalle Tripel

Cerveza: Westmalle Tripel

País: Bélgica
Productor:   Brouwerij der Trappisten van Westmalle
Estilo: Abbey Tripel
Servir en: Copa Trapista, Tulipa

Puntuación (Ene-2012)

Ratio ratebeer: 99/99 %
Puntuación ratebeen: 3.82

Mi puntuación: 8.5/10









Un poco de Historia

La ciudad de Malle, en la provincia de Amberes, se formó en realidad en 1976, gracias a la fusión de dos pequeños pueblos, Oostmalle y Westmalle. Con apenas 14.000 habitantes, se encuentra más concretamente al norte de Kempen, entre Amberes y Turnhout.

Malle es mundialmente famosa por su abadía trapense, que produce una excelente cerveza y un magnífico queso. La Abadía de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, fundada en el siglo XII, pertenece a la orden cisterciense. La orden fue apodada como orden trapense en referencia a la Abadía de Trapa en la Normandía francesa. La orden cisterciense reformó algunos cánones de la orden de Trapa en el siglo XVI, y hoy en día se la conoce como la Orden de los Cistercienses de la Estrecha Observancia.
El monasterio trapense de Malle, fundado en 1794, consiguió la categoría de abadía el 22 de abril de 1836. Los monjes fueron autorizados a beber durante las comidas la bebida más famosa de Flandes, la cerveza. El abad Dom Martin decidió construir una pequeña fábrica de cerveza en la abadía, y la primera cerveza salió de esta fábrica el 10 de diciembre de 1836.
Hasta 1856, la cerveza que se producía en Malle se consumía exclusivamente en la abadía. Sin embargo, ese año los monjes comenzaron a venderla en la entrada de la abadía. Debido al aumento de la demanda, la fábrica de cerveza creció . Ya en el siglo XX, los monjes comenzaron a comercializar la cerveza fuera de sus fronteras.
El secreto de estas cervezas trapenses es que su receta no ha cambiado en nada en sus 170 años de historia. Se elabora con agua pura, malta, lúpulo, levadura y azúcar. Sólo siete cervezas en el mundo están etiquetadas como trapenses: Achel, Chimay, La Trappe, Orval, Rochefort, Westvleteren y Westmalle. Las botellas llevan el logotipo de Auténtico Producto Trapense.
Para que una cerveza sea trapense debe reunir tres requisitos fundamentales:
1. La cerveza debe ser elaborada tras los muros de una abadía trapense y por monjes trapenses, o bajo su control directo.

2. La fábrica de cerveza debe depender del monasterio y ser parte del proyecto del monasterio. La cervcería no tendrá beneficios. Una parte de estos ingresos se destina a los monjes de abadía, mientras que el resto se destina a obras de caridad. Además, la publicidad debe respetar el sentido religioso en el que se elabora la cerveza.
3. Las tres cervezas que se producen en la abadía de Malle son la Dubble, la Tripel y la Extra. La Extra sólo se elabora dos veces al año, y únicamente se sirve a los monjes y a sus invitados en el almuerzo.
La Abadía de Westmalle también produce queso desde 1860 El queso lo elaboran los monjes con la leche de las vacas de la abadía. Los colorantes y conservantes quedan excluidos de la elaboración, de la manera que el color del queso depende de los alimentos que tomen las vacas. La producción de queso es muy limitada, y sólo se puede comprar en la abadía y en el Café Pub Trappisten, en Malle.

Fuente:

http://www.sobrebelgica.com/2009/05/27/la-abadia-de-westmalle-templo-de-la-cerveza-trapense/

La cerveza

Las cervezas Tripel son, junto con las IPA, las que más me han gustado desde que he empezado a degustar cerveza de otra manera. Mi primera incursión en el estilo fue la Trippel Karmeliet, cerveza que me entusiasmó. Esta Westmalle tripel me dejó perplejo. Tiene la etiqueta de ser la creadora del estilo Trippel.

He de reconocer que puede ser una cerveza que no guste a todo el mundo y que sea valorada como casi perfecta o muy normalita según quien lo haga, no se puede negar que tiene una calidad excelente. De color rubio turbio, en copa se presenta impecable, una gruesa capa de espuma surge con facilidad, aunque no es especialmente duradera. De aroma potente, con marcado acento floral, afrutado y un deje de especies.

El trago es fuerte, pues sus 9.5º de alcohol hacen gala de presencia al instante, fundiéndose (para otros enmascarando) un sabor dulce al que cubre con rapidez tonos cítricos y especiados. El desenlace final se complementa con el amargor del lúpulo, dejando un retrogusto fuerte y prolongado.

Una rubia con un cuerpo de escándalo que merece ser tomada con mucha tranquilidad y saboreando cada sorbo. Por último, su segunda fermentación en botella hace que mejore con un cierto tiempo de maduración, algo que aún no he podido probar, basicamente por impaciencia!