29 julio, 2015

Sour-vivor!



Sin duda, las Sour, es el estilo cerveceros más controvertido de cuantos podamos encontrar. Sus particulares matices agrios, lácticos y/o ácidos, las hacen difíciles de entrada para cualquier paladar y, con el tiempo, se tiende a ver un nutrido número de cerveceros que las adora, mientras que otro sector sigue sin poder acercarse a ellas sin poner cara de pánico.

Lo primero en estos casos, es intentar aprender un poquito, ya que si no corremos el riesgo de decir tonterías sobre el quitaesmalte y los defectos, y quedarnos tan anchos delante de la pantalla, orgullosos de nosotros mismos.

Las Sour son cervezas en las que se permite que bacterias, levaduras y fermentos "salvajes" colonicen la cerveza, dejando su impronta en el resultado final. Éstos nuevos inquilinos pertenecen mayoritariamente a las familias Brettanomyces, Lactobacillus, Pediococcus y Acetobacter, y Pau Lupuloadicto nos explica mucho más detalles de ellas en esta entrada de su blog.

También recomiendo la entrada de Jose en Rubias, morenas, negras,... hablo de cerveza, referente a un artículo del New Yorker que habla de la historia de las Sour

Básicamente, las Sour se pueden dividir en dos grandes grupos:

Sours a lemanas – cervezas de trigo, refrescantes y apropiadas para combatir el calor. 
  1. Berliner Weisse – originario de Berlín. Se caracteriza por ser muy efervescente y refrescante, levemente ácida y tener un bajo contenido de alcohol. Esta cerveza se sirve tradicionalmente en Alemania con una pizca de sirope de frambuesa y se conoce como ¨Champagne de Norte¨. 
  2. Gose – del norte de Alemania. Es una cerveza sin filtrar, la cual está sazonada con cilantro y sal.  
Sours Belgas
  1. Lambic básica – cerveza de fermentación espontánea que se originó en el Valle del Senna cerca de Bruselas. Utilizan trigo en la receta y son ácidas y afrutadas, con poca o nula carbonatación.
  2. Gueuze – mezcla de Lambics de uno a tres años de añejamiento. Mientras las Lambics más añejadas le aportan complejidad de sabores, las Lambics más jóvenes aportan una mayor carbonatación. Son cervezas altamente ácidas, afrutadas y con una marcada característica de granja (barnyard funk).
  3. Lambic de Fruta – Son cervezas Lambic carbonatadas, a las cuales se les añade fruta o sirope de fruta. Los sabores tradicionales son: cereza, frambuesa, grosellas negras, melocotón. Son moderadamente agrias y altamente ácidas. 
  4. Flanders red – Este estilo se originó en West Flanders y usualmente se añejan en barriles de cedro. Predominan los aromas y sabores a cerezas, grosellas, vinagre balsámico y madera. El estilo se conoce como el ¨Burgundy de Bélgica¨ porque estas cervezas presentan características de taninos del cedro y una astringencia parecida al vino tinto.
  5. Flanders Brown ó Oud Bruin – Originario de East Flanders, es una cerveza agridulce donde predominan el caramelo y frutas oscuras como las pasas, el higo y los dátiles.
 El estilo Sour ha tenido una amplia evolución y aceptación en USA, donde inspirados en la tradición europea, ha surgido una creciente tendencia a la elaboración de estos complejos estilos.

Mi primera vez (qué bonito), por lo menos totalmente consciente de ello, fue con un clásico con leyenda como Orval, la "rarita" de las trapenses, una cerveza muy especial que, como no podía ser de otra manera, o gusta o se aborrece.

He de confesar que como toda primera vez, me acerqué a ella con nervios y expectante, y mi primer pensamiento fue algo así como: ¡coño, que ácido está ésto! La verdad es que no era el mejor momento, previo a un concierto, con colegas, más centrados en la cháchara que en la cata. No voy a decir que me entusiasmó, pero lo cierto es que me dejó con un gusanillo dentro: hay que repetir...

Volviendo a los comentarios del Mercenario del Teclado, achacando esa acidez a un defecto de la elaboración, se me vino a la cabeza un documental que vimos hace un tiempo en TV. En él, comentaban que la principal ventaja del ser humano frente a sus competidores en el medio, es que era capaz de comerse casi lo que sea; de ahí su primacía evolutiva.

Para demostrarlo, comparaban dos familias, una china y una francesa, que preparaban un ágape especial: los primeros huevos centenarios, que no es otra cosa que huevos de pato (o similar) fermentados en un agujero con ceniza, cerámica, cal viva, etc. Los franceses eligieron roquefort.

Ambas familias disfrutaban de sus delicias, para ellos pura delicatessen, hasta que las tornas cambiaron y ante los atónitos ojos de los franceses apareció una bandeja de huevos centenarios y la familia china miraba con recelo el queso.

A todos, especialmente a los niños, que no se cortan un pelo, les pareció horrible y desagradable la comida que tanto disfrutaban sus vecinos. Moraleja: ¿bueno o malo?, ¡pues depende para quién! Por tanto, te puede gustar o no el estilo, pero más allá es cosa de cada uno.

Por ciertos motivos, me vi anta la inesperada oportunidad de probar otra cerveza sour, que tenía un nombre tan cortito que tuve que hacerle una foto para recodarlo. Ésta vez sí pude dedicarle más atención al trago, rescatando matices entre la acidez del conjunto, y pese a que no puedo decir que me impresionara, he de confesar que le sigo dando vueltas al estilo, que me gusta aunque aún mis neuronas no acaban de atar todos los cabos sueltos, y que estoy convencido que voy a seguir probando más cervezas sour en el futuro.

Así que todo este tochaco, se puede resumir en una sola palabra: Soy un Sour-vivor!

20 julio, 2015

Hornbeer Påskeøl

Cerveza: Hornbeer Påskeøl
País: Dinamarca
Productor: Hornbeer
Estilo: IPA
Servir en: Vaso ancho, tulipa

Puntuación (Julio - 2015)

Ratio ratebeer: 77/50 %
Puntuación ratebeer: 3.31

Mi puntuación: 7.5/10 

Otra de esas maravillas que llegan de la mano de amigos de otros lares que vienen a visitarte, lo cual la hace una cerveza aún más agradable, en esta ocasión de nuestro amigo vikingo Pelle.

En sus 50 cl encontramos una cerveza de color ámbar turbio, con una moderada capa de espuma blanca de burbuja fina, no muy persistente.

En nariz obtenemos un perfil maltoso con notas de lúpulo herbal y levadura, ésto quizás fruto del tiempo que lleva guardada en la despensa en condiciones vamos a decir no todo lo óptimas que nos gustaría.

En boca es una cerveza ligera pese a sus 6.4 % ABV, con suaves notas a caramelo, sabores cítricos donde predomina el pomelo y un sutil punto ácido que se enmascara con las notas herbales del lúpulo.

Catalolarga como IPA quizás sea excesivo, pues pese a ser una cerveza lupulada, éste tampoco tiene la fuerza que en otras elaboraciones, aunque también pueda deberse como he comentado antes a que puede haber perdido algo de frescura en este tiempo.

Una cerveza rica que espero poder volver a probar, aunque por lo que parece su nueva versión ha dejado de llamarse así para denominarse Hornbeer Happy Hoppy Easter, en RB, aunque en su web sigue conservado el nombre original.

Por último, me encanta el diseño de la etiqueta, un cuadro que se llama "Alting har en ende" (Todo tiene un final) de la autora Gunhilds Rasmussen, que ilustra toda la gama.

13 julio, 2015

La Pataleta del Comidista

A cuadros me he quedado después de leer el post del Comidista referente a la cerveza artesana, del que he tenido conocimiento por Adrián de Cerveza Rudimentaria. Jordi Luque, el chavalote de la foto, sacada del mismo blog, firma el artículo "Contra los talibanes de la cerveza artesana", quedándose más ancho que largo.

Me gustaría puntualizar varias cosas de las que he podido leer, ya que como aficionado a la cerveza artesana, me he sentido particularmente ofendido. En primer lugar, me parece que llamar talibán a cualquier aficionado a la cerveza artesana es un insulto. A ver, Jordi, esos tíos degollan a personas que no están de acuerdo con sus postulados. Llamame friki, fanático, colgado, o incluso gilipollas; pero ten cuidado con el lenguaje, porque comparar a un colectivo con un grupo criminal organizado me parece excesivo.

En cuanto al contenido de tu entrada, me gustaría hacer unos comentarios al respecto:

Amigos con los que hace cuatro días quedabas para tomar unos quintos reniegan ahora de la cerveza industrial y, lo que es peor, te quieren convertir a la apasionante teología de la cerveza artesana.

Digo yo que están en todo su derecho a opinar sobre ello, ¿o no podemos opinar? Yo me considero una persona con bastantes y buenos amigos, y no hago apología alguna. Hablamos de cerveza porque es un tema que nos gusta, también de bicicleta, fútbol, política, y cualquier otro tema que nos interese. Cada uno expone su punto de vista y uno puede estar de acuerdo o no, pero de ahí a buscar conversos hay un buen trecho...

¿Estás seguro que son amigos tuyos?

Vamos a ver, ¿no podemos tomarnos una caña tranquilamente?... Sólo de su encumbramiento como gran producto gastronómico y de lo pesados que son los talibanes del lúpulo.

Una y cien te puedes tomar. ¿En serio te abordan hordas de talibanes del lúpulo volcando tu caña de siempre para que no la bebas? ¿Encumbramiento? En serio, Jordi, ¿dónde vas a echar cañas? Quizás es que algunos han probado una cerveza que sabe a algo, huele a algo, e incluso te puedes beber el final del vaso sin que parezca micción gatuna, cuando ha dejado de estar a 2ºC.

Se empieza a valorar la cerveza como producto gastronómico aquí, porque en otros muchos lugares ya era un producto apreciado por su calidad. Quizás es que los belgas son todos talibanes...

Algo parecido sucede con el pan, que al fin y al cabo es la versión sólida de la cerveza.

Sí, a mi me pasa continuamente: meto una cerveza en el congelador y me sale una barra de pan. Por cierto, pringados, renegar de un buen pan de pueblo y comer baguettes congeladas, que el bueno de Jordi ha descubierto que todo es lo mismo: esnobismo.

Y no hablemos de los panes de malta de cebada, que son la leche

La cerveza, incluso cuando es artesana, es cerveza. Por muy flamencos que os pongáis, nunca estará a la altura del vino o los destilados. Porque, sí, hay productos con más y menos categoría...

¿Y eso por qué? ¡Porque lo dices tú! ¡Porque una luz bajó de los cielos y dijo: pringaos, lo bueno es el vino y el ron, la cerveza es para los fracasados!

...el caviar sigue siendo caviar y está muy bien que sea así... 

Y porque sea caviar te tiene que gustar más que un estofado de patatas. Si no, eres un talibán. ¡Palabra de Jordi!

El champán se guarda para las grandes ocasiones y la cerveza sólo es el principio del camino del bebedor. Pero eso es algo que se aprende trago a trago.

Yo conozco a mucha gente que come con cava (ahora Jordi dirá que el Champagne es como el caviar y el cava es para los catetos), sin necesitar una "gran ocasión". Lo del principio del camino del bebedor te ha quedado redondo, no sé cuanto camino debías haber recorrido ya para escribir eso, pero seguro que unos cuantos litros, y me pregunto de qué brebaje.

Estoy de acuerdo en que el boom de la cerveza artesana se regulará con el tiempo, como toda nueva moda que surge, como todo lo que criticas con tanto ahínco. Es cierto, hay una burbuja (cosa que ya hemos comentado muchas veces) y tarde o temprano explotará, unos caerán y otros seguirán, pero sin duda el cambio ya está hecho. Como bien dices, muchas personas han conocido esa otra cerveza y, para bien o para mal, ocupará un nicho más o menos amplio; por mucho que le pese a Carceller y a sus secuaces.

...en la mayoría de templos cerveceros que conozco creen que la cerveza sólo casa bien con grasas y fritos.

Sí, yo estoy harto de beber imperial stouts con morro frito y rabas de calamar. Me lo ponen en todos los sitios a los que voy, y además me aseguran que es lo más de lo más en maridaje.

¿Vamos a pararnos ante la caña para diseccionarla organolépticamente?

A ver pringaos, como dice Jordi, que da igual si la cerveza está rica o no, si la tapa está rica o no. Hay que beber y comer lo que te echen, sin pararte a pensar o degustar... ¡Porque si no, eres un talibán! 

Por cierto, y ya para que me deis bien, no quisiera terminar sin decir que, a pesar de mis esfuerzos, aún no he desarrollado el gusto por las lámbicas. Reconocedlo, tienen más acético que el quitaesmalte. Y esto no puede ser una característica, es un defecto.

La verdad es que supongo que te van a dar bien, más que nada por el montón de tonterías injustificables (bueno, yo sigo pensando que alguien te ha tenido que pagar para escribir ésto) que has escrito, contradiciéndote en varias ocasiones.

En cuanto a las lámbicas, tienes razón, no es apta para todo el mundo, y sí son ácidas por definición para unos, por estar mal hechas para ti, que lo sabes.

A ver mexicanos. Vuestra comida, que pica como la madre que la parió, está mal hecha y es defectuosa, porque no puede ser que se te caigan los mocos al comerla. Escuchar a Jordi que sabe distinguir muy bien entre características y defectos.

Y bueno, para despedirme, solo te recomendaría que dejes la bebida, por lo menos antes de ponerte a escribir, ya que luego sale lo que sale. 

Esta tarde me voy a tomar una IPA a tu salud, aun a riesgo que la CIA me mande un dron para aniquilarme por talibán. 

¡Dejad a la cañita (rica) en paz!

10 julio, 2015

Cerveza Mijares

Cerveza: Cerveza Mijares
País: España (Aragón)
Productor: Cerveza Mijares
Estilo:  Blonde Ale
Servir en: pinta, vaso ancho

Puntuación (Julio - 2015)

Ratio ratebeer: --/-- %
Puntuación ratebeer: -.--
Mi puntuación: 4.5/10


Me quedaba pendiente por hablar de la última de las cervezas que me traje de nuestro viaje por Teruel; una cerveza que encontré en un bar de Rubielos de Mora, con agua de la hermosa sierra del Gúdar. Una birra de la que he encontrado muy poca información en la web.
 
De color pajizo y turbio, con una fina capa de espuma sin apenas retención, que deja un aspecto final bastante pobre en el vaso.
 
En nariz presenta un aroma muy liviano de corte belga dominado por las maltas pálidas y la levadura, que se traslada al trago con un marcado sabor dulzón, ayudado por el azúcar candy, demasiado plano en líneas generales.

Cuerpo ligero y demasiado aguado. Una cerveza a la que le falta intensidad en muchos aspectos y que tiene que competir con elaboraciones de gran tradición. Quizás haya sido un lote no muy agraciado, pero en mi opinión es una cerveza a la que le falta mucho recorrido para poder pelear de igual a igual con las cada vez más ricas elaboraciones artesanales.

07 julio, 2015

Pivobar, un pequeño rincón checo en Barcelona

Hace poco pudimos visitar el Pivobar, un pequeño (bueno... muy pequeño) local que hará las delicias de los aficionados a la comida y la cerveza del país centroeuropeo.

Sentarse en una de sus mesas (siempre que no estemos en ola de calor) te puede llevar a probar un excelente gulash que te harán saltar las lágrimas, no solo por el toque picantón de su versión Mad'arský gulás (algo así como gulash húngaro, aunque no sea eso al 100%), así como la versión Segedínsky gulás, (cuyo nombre proviene de la ciudad de Szeged, en la frontera de Hungría con Serbia), con chukrut y un sabor más ácido y amargo.

Mad'arský gulás

Chorizos, ensalada rusa, queso frito, salchichas encurtidas etc... E incluso si tienes mano quizás puedas llegar a probar este pedazo de pastel casero de nuez y miel que hará que le de un ataque al más dulcer@. 



Sin duda, hay que decir que Jarmila, el alma matter del local, es una excelente cocinera y una simpática anfitriona. Además los precios no son nada caros para estar a pocos metros de la Sagrada Familia y, sobre todo, por la calidad de la comida que sirven en una zona donde reina la mierdburguer para turistas.


El local es todo un referente para la comunidad checa y eslovaca de la ciudad, pero cualquiera se sentirá más que feliz con el trato amable y la alegría (creciente a medida que se vacían las jarras) de sus parroquianos.


Pero como no podía ser de otra manera, otro de sus alicientes está en su oferta cervecera, corta pero intensa. Nunca falta el barril de Pislner Urquell, que en ocasiones podremos encontrar en la edición limitada: sin filtrar ni pasteurizar, la beligerante Budějovický Budvar, que lleva años peleando para que los yankies le devuelvan su nombre y dejen de ensuciarlo en su Budweiser, y una de las sorpresas que me llevé: su Master Tmavý 18°.

Nos encontramos ante una Dunkler Bock realmente buena, de color marrón oscuro, con una buena capa de espuma que aguanta bastante en la jarra "urquell" en la que la sirven. Los aromas caramelizados y a frutas rojas asaltan la nariz sin piedad alguna.

El trago es muy sabroso, dominado por las maltas caramelizadas y con un toque tostado, finalizando con un punto amargo del lúpulo que conjuga genial con su perfil maltoso.

Es una cerveza con cuerpo, pero que no se hace nada pesada y muy bien balanceada. Su dulzor no se hace para nada empalagoso, y eso que normalmente las cervezas dulces no son mis favoritas, pero ésta Master está realmente muy buena.